La noche anterior se había decidido madrugar, para asegurarnos plaza en el albergue de Teo (albergue a tan solo 13 kms. de Santiago) para así poder hacer la entrada del grupo conjuntamente.
Etapa nocturna que encantó a Nacho debido a que se quedó un poco rezagado del grupo y seguía la estela de las linternas de Paolo y Luis. Nos comentó que tuvo tiempo para centrarse en sí mismo y ordenar pensamientos además de disfrutar de un paisaje distinto en soledad.
La etapa continuó sin grandes momentos reseñables hasta Padrón, donde habían cogido albergue nuestros amigos Gervasio y Joao. Nosotros continuamos hasta Teo. Abajo Nacho posando en Padrón ante el monumento a Cela.
Por el camino, contacté con el responsable del albergue de Teo y me confirmó que aún no había llegado nadie y que nos dejaba la puerta abierta. A mi pregunta de si habría donde abastecerse de víveres para preparar la cena, nos dijo que no, que había un supermercado cinco kms. antes de llegar al albergue. Compramos pasta siguiendo indicaciones de nuestro cocinero preferido e indispensable, Paolo. Fue un suplicio el tener que cargar con la compra despues de veintitantos kilómetros de marcha. Nacho necesitó un momento de relax.
Os dejamos un breve y patético video de la sobremesa. En aquel momento sonaba como los ángeles. Maldito vino!!
:-P
Etapa nocturna que encantó a Nacho debido a que se quedó un poco rezagado del grupo y seguía la estela de las linternas de Paolo y Luis. Nos comentó que tuvo tiempo para centrarse en sí mismo y ordenar pensamientos además de disfrutar de un paisaje distinto en soledad.
La etapa continuó sin grandes momentos reseñables hasta Padrón, donde habían cogido albergue nuestros amigos Gervasio y Joao. Nosotros continuamos hasta Teo. Abajo Nacho posando en Padrón ante el monumento a Cela.
Por el camino, contacté con el responsable del albergue de Teo y me confirmó que aún no había llegado nadie y que nos dejaba la puerta abierta. A mi pregunta de si habría donde abastecerse de víveres para preparar la cena, nos dijo que no, que había un supermercado cinco kms. antes de llegar al albergue. Compramos pasta siguiendo indicaciones de nuestro cocinero preferido e indispensable, Paolo. Fue un suplicio el tener que cargar con la compra despues de veintitantos kilómetros de marcha. Nacho necesitó un momento de relax.
Os dejamos un breve y patético video de la sobremesa. En aquel momento sonaba como los ángeles. Maldito vino!!
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